MEDIO GOL
La siguiente historia ocurrió en la definición de la
última Copa de la F.I.F.A.
No. No les hablo de la Copa del Mundo, ni del Mundial
de Clubes. Tampoco de la “FIFA” internacional. Me refiero a la copa organizada
por la Federación Interdepartamental de Fútbol Amateur (FIFA al fin).
Esta entidad abarca a un puñado de clubes de pequeños
pueblos, ubicados en una franja del este cordobés y el oeste santafesino.
Entre estas instituciones, que no tienen presupuesto
ni planteles suficientes para jugar en ligas más importantes, se destacan dos.
Ellos son, a la vez, los animadores del Superclásico de esta FIFA regional. Uno
es, por el lado de Santa Fe, el Deportivo Oro Blanco de Colonia Aurora, que
alude a la actividad mayoritariamente lechera de la población. El otro, de
Córdoba, es el Green Gold Atletic Club de Plaza Esperanza que alude (aunque en
inglés) al oro verde de la soja, que es su principal sustento. No es necesario
especificar los colores de las camisetas, sí de sus apelativos: “lecheros” o
“tamberos” por un lado y por el otro “sojeros” o “gringos”, este último por la
cacofonía en el nombre del club.
Estas localidades están muy próximas al límite
interprovincial que las separa. A su vez, sus equipos son dueños de una
antinomia muy violenta, que derivó en más de una gresca, no solo por cuestiones
futboleras en la cancha, sino también en algunas fiestas patronales de la zona,
por asuntos de polleras o algún parroquiano con unas copas de más.
Había solo dos jugadores (uno por equipo) que tenían
una muy buena relación, por haber estudiado juntos en la universidad de la
ciudad más cercana. Uno era el Petaco Cornaglia, capitán de Green Gold, un
gringo campechano y bonachón. El otro, el Chacho Herrera, líder de Oro Blanco,
quien se había “avivado” bastante en la ciudad y sabía cómo sacar ventajas
siempre a su favor. Cornaglia era el arquero “verde”. Herrera, el “diez” de los
albos. Ellos hacían “buenas migas”, a pesar de sus diferencias de personalidad
y de haber sido pretendientes de la misma chica.
Rosalía, la joven en cuestión, se casó con el Petaco
por ser de su pueblo y por tener una mejor posición económica que el “lechero”.
No obstante, para la madre de Rosalía, Cornaglia era demasiado inocente. Ella
siempre le decía a la hija: “te casaste con un salame, tendrías que haber
elegido al Chacho”.
En la última fecha de la Copa FIFA, que se jugaba
todos contra todos en dos rondas, el Green Gold llegaba con un punto de ventaja
a la cancha de Oro Blanco. Un empate le bastaba para llevarse el título a Plaza
Esperanza.
El partido fue cerrado y violento, como era
previsible, y tuvo tres expulsiones en el tiempo reglamentario: una en el
equipo local y dos en el visitante. Cuando se disputaba el último minuto del
plazo adicionado por el árbitro, y el resultado de cero a cero coronaba campeón
a Green Gold, llegó la jugada que terminó de desatar (por si no bastara una)
las últimas dos polémicas del partido...
Primero, un defensor visitante cruzó en el área a un
delantero local, y éste cayó aparatosamente. El referí, que no veía la hora que
ese calvario terminara, no podía creer que a diez segundos del pitazo final le
cayera ese “regalo del cielo”. Aunque la jugada no fue del todo clara, decidió
cobrar la pena máxima. No vaya a ser cosa que la hinchada local lo linchara.
Además, el tejido olímpico era bastante improvisado en esa liga para nada
profesional.
Allí comenzaron otra vez los tumultos y las
discusiones. Mientras tanto, el Chacho Herrera, se quedó parado junto al punto
penal con la pelota bajo un brazo. Avispado como era, no quiso que las escaramuzas
lo desconcentraran. Además, preparado para ejecutar la pena máxima, intimidaba
al árbitro a no echarse atrás con su fallo.
Cuando pasó la tormenta, con una expulsión más por
bando, el juez ordenó la ejecución del penal. Pensó que en unos segundos se
definía todo y volvería tranquilo a su ciudad, peeero…
A pesar de su sagacidad, Herrera un poco nervioso
estaba. Por ello, el remate, bajo y fuerte, no le salió tan esquinado como
pretendía. Entre el brazo izquierdo y el cuerpo del Petaco amortiguaron el
disparo. No obstante, la pelota siguió su recorrido. Cuando ya ingresaba al
arco, el guardavalla de Green Gold se repuso, se abalanzó sobre ella y la
retuvo. Pero… ¿Cuánto había traspasado el balón la línea?
Cornaglia se levantó de inmediato con los brazos
arriba y la pelota entre sus manos, al tiempo que el Herrera reclamaba que
había sido gol. Los sojeros festejaban ser los campeones y abrazaban al Petaco,
quien no se desprendía del balón. Los lecheros, lo mismo hacían con el Chacho.
El árbitro y el asistente se miraban atónitos. Por lo engorrosa que fue la
jugada y la rapidez del arquero al levantarse, ninguno de los dos tenía certeza
alguna para decidir.
Obviamente, en esa FIFA no había VAR. Herrera se
acercó a Cornaglia pidiéndole que confesara que la pelota había entrado entera,
mientras el arquero juraba que solo la mitad y que, para convalidar algo, el
árbitro tenía que estar seguro y no lo estaba.
Cuando todo se encaminaba hacia una batalla campal, el
enganche local abrazó al portero visitante. Le recordó que ellos eran amigos
desde hacía mucho tiempo y que esa polémica jugada no podía mancillar esa
relación. Además, le dijo que quería evitar que los incidentes pasaran a
mayores, al estar los ánimos tan caldeados. Por eso, le propuso aplicar una ley
salomónica para la ocasión: “¿Te acordás, cuando estudiábamos, cuántas veces
debimos compartir un bizcocho o un paquete de galletitas que uno poseía,
mientras el otro solo tenía hambre?”
El Petaco no entendía nada. Allí el Chacho le propuso
pedirle al árbitro que cobrara “medio gol” y listo...
- Para mi equipo, la mitad que fue, para el tuyo la
mitad que no fue, y todos contentos.
- Pero, Chacho… ¡Eso es antirreglamentario!
- En esta Liga nada es reglamentario. No hay túnel, no
hay manga, no hay alambrado olímpico. Por eso, para evitar una tragedia,
firmamos un “miti y miti”, el partido termina en paz y ustedes se vuelven
tranquilos a su pueblo.
Cornaglia, atemorizado por los cánticos hostiles de la
parcialidad local, pensó que era lo más justo y una salida pacífica y
equitativa al embrollo. El árbitro y sus asistentes no dudaron en aceptar la
propuesta para huir lo más pronto posible de esa cancha. Así, jueces y
capitanes firmaron la planilla convalidando el extravagante “medio gol”. Luego,
todo el mundo abandonó el estadio armoniosamente.
El equipo visitante regresó en una caravana a bura
bocina a Plaza Esperanza, festejando el título luego en la sede del club.
Cuando el Petaco llegó a su casa, la mujer le preguntó:
- ¿Estás bien, Gringo? Escuché que el partido fue muy
caliente.
- Por suerte estamos bien. El Chacho resolvió una
polémica al final y todo terminó en santa paz.
- ¿Y quién ganó?
- N… Nadie… (vaciló el Petaco).
- ¿Entonces, si empataron, salieron campeones ustedes?
- C… creo que sí… (Cornaglia ya tartamudeaba y
dudaba).
De pronto, la madre de Rosalía, que no dejaba pasar
ocasión para clavar su aguijón, irrumpió en el recinto con su celular en mano…
“¿Querés saber quién salió Campeón, hija? Mirá el
Facebook de la Comuna de Colonia Aurora -dijo la suegra del Petaco- Está todo
el pueblo festejando en la plaza”.
El video mostraba a Herrera en andas de la gente, con
el siguiente título: “Oro Blanco venció por medio gol a cero a Green Gold y se
consagró Campeón de la Copa FIFA”
El arquero “sojero” no podía creer que él mismo había
firmado planilla, aprobando el exótico resultado.
Su suegra aprovechó la ocasión para clavar otro puñal:
“Te dije, Rosalía, que tendrías que haberte casado con el Chacho. Este gringo
es un salame…”
Jorge Emilio Bossa
Segundo Premio Género Cuento
1er Concurso Literario “Profesor Jorge Daniel Testori”
SADE Filial Ensenada
Ensenada (Bs. As.), noviembre
LOS PREMIADOS
Los ganadores en la
categoría Narrativa fueron:
Primer Premio: Facundo Iván
Sánchez (Henderson - Bs. As.) por “Visitantes”
Segundo Premio: Jorge Emilio Bossa
(San Francisco - Córdoba) por "Medio gol"
Tercer Premio: Gabriela
Alzogaray (San Pedro - Bs. As) por "El funámbulo"
Las menciones en esta categoría
correspondieron a:
"Solo una cena" de Adriana Beatríz
García (Lanús Este)
"La vieja ch@ta de al lado" de Melany
Denisse Bobbio (Ensenada)
"Hecho en el infierno" de Alicia Edith Pereyra (Berisso)
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