“No digáis que, agotado su tesoro, de asuntos falta enmudeció la lira.
Podrá no haber poetas, pero siempre habrá poesía”
Gustavo Adolfo Bécquer

martes, 5 de diciembre de 2017

Circo romano


CIRCO ROMANO

Altas horas de la noche. Cambio de turno en el personal del servicio de emergencias médicas. Elizabeth, una joven y agraciada enfermera, se retira a la cochera de la empresa, asciende a su automóvil e intenta darle marcha. El motor no responde. Abre el capó. Allí comprende que su coche no es humano y no puede diagnosticar por qué no arranca. De los pocos hombres en el recinto ninguno sabe demasiado sobre mecánica automotor y la ayuda es insuficiente. Por ello decide volver a su hogar a pie. La distancia es cercana y, a pesar de ser noche aún, la avenida está muy iluminada, por lo que desiste de llamar un taxi. Al llegar a casa le pedirá a su esposo que antes de ir al trabajo pase a retirar el vehículo por allí.
Tras caminar una cuadra advierte que un hombre la sigue a unos cincuenta metros de distancia. Piensa que puede ser una casualidad, que ambos van en la misma dirección. Pero más adelante comienza a intranquilizarse, ya que aquel individuo no cambia de recorrido. Decide hacer un desvío fuera de la avenida, circundando una manzana para luego retomar la anterior arteria. Así le daría tiempo a ese tipo para que se adelante en su marcha. Los nervios se acrecientan al ver que aquél también desvía su camino. Sus pasos empiezan a acelerarse, los de su seguidor también. Cuando quiere volver se encuentra con una cortada que pasa por detrás de los comercios céntricos, un lugar para carga y descarga de mercadería sin viviendas a la vista. Al verse acorralada quiere gritar pero no puede. Además… ¿Quién la oiría allí y a esas horas? Desesperada abre la cartera y extrae el celular para llamar a Fernando, su esposo. Él la atiende somnoliento y Elizabeth balbucea desesperada, contándole lo ocurrido mientras aquel sujeto se acerca lentamente con la mirada clavada en ella…
- ¡Sé que no vas a llegar a tiempo para ayudarme, pero decime qué hago!
- Puedo llamar a la policía. ¿Dónde estás?
- ¡Qué se yo! ¡Me perdí! ¿Qué hago?
- Tranquila. Vas a poder manejar la situación…
- ¿Estás seguro? ¿Cómo? ¡Dale, que viene para acá!
- ¿Tenés puesta la camperita de hilo sobre el uniforme?
- ¡Sí…!
- Bueno, sacátela y revoleala hacia donde está él…
- ¿Estás seguro?
- Hacé lo que te digo y va a dar resultado…

Fernando habla con un tono sereno, muy distinto al de Elizabeth, a quien le tiembla la voz. La mujer hace caso a su esposo. La prenda cae sobre el acosador, quien la toma entre sus manos. Luego la olfatea y el perfume que emana parece excitarlo aún más…
- ¡Váyase o llamo a la policía! le grita con la voz ahogada Elizabeth a aquel desconocido. Su marido interviene nuevamente…
- Tranquila, ya te dije que vas a poder manejar la situación, pero no de ese modo. Ahora enfrentalo, demostrá autoridad y desafialo…

Elizabeth saca coraje de donde no tiene y, pensando que lo inhibiría, se despacha: ¿Qué te pasa, eh? ¿Qué querés de mí? ¿Pensás que te tengo miedo, eh?
- ¿Muy bien! ¡Así! ¡Así!
- ¿Así qué? ¡El tipo ni se inmuta!
- Tranquila. Ya te lo dije, vas a poder manejar la situación. Ahora manoseate un poco y seguí desafiandolo…
- ¿Quééé? ¿Estás loco?
- Haceme caso, mi amor…

Elizabeth comprende, desesperada, que no tiene otra alternativa que la aconsejada por su esposo. “¿Qué querés, estúpido? ¿Esto?” dice mientras se toca sus turgentes pechos. El atacante bufa como un toro enfurecido. Su víctima, finge firmeza aunque por dentro esta aterrada. Fernando, quien oye todo, exclama…
- ¡Bien! ¡Así! ¡Hacelo recalentar!

Elizabeth se envalentona y hace la jugada más arriesgada. “¿O esto querés, imbécil?” increpa mientras se frota la entrepierna con su mano derecha. “¡Tengo esto para vos, maricón!” Por primera vez oye la áspera voz de su agresor: “¡Y yo tengo esto para vos, mamita!”
Ahora sí Elizabeth lanza un agudo grito de terror. Fernando escucha todo…
- Tranquila, vas bien…
- ¿Tranquila? ¿Escuchaste? ¡Y eso que no estás viendo lo que yo…!
- Tranqui, mi vida. Vos sabés manejar esas situaciones…
- ¿Ah sí? ¡Decime cómo! ¿Qué hago? ¡Ahhhh!

Ante la mezcla de gritos y balbuceos desesperados de Elizabeth, Fernando responde muy sereno…
- Decile lo mismo que a mí a estas horas: que estás cansada, que recién salís de trabajar, que tenés sueño, que no te joda…
- ¿Q… qué…é?
- Y yo te digo lo mismo que vos a mí a estas horas: ¡Dejame dormir!”

Elizabeth queda perpleja. Se siente en la arena del circo romano, ante las fauces de un león hambriento. Por un par de segundos no puede emitir palabra alguna. Cuando reacciona, quiere insultar a su esposo de la más dura manera pero aquel individuo se abalanza sobre ella y le tapa la boca con una de sus rudas manos.

Mientras tanto, Fernando apaga su celular y lo coloca sobre la mesa de luz. Luego se recuesta y pone su cabeza sobre la almohada. Al final se duerme con una maliciosa y vengativa sonrisa pintada en sus labios.

Jorge Emilio Bossa
         
Primera Mención
Certamen Nacional de Cuento Breve “Gastón Gori”
S.A.D.E. Filial Santa Fe
Santa Fe, Noviembre de 2017


lunes, 4 de diciembre de 2017

Como ellos



COMO ELLOS

El sol estalla en el horizonte
y dispersa la niebla matinal…
Cierran mis ojos sus destellos.

El viento, suavemente,
dispersa los aromas de la hierba y de las flores.
Impregna de frescura al día nuevo…

Los pájaros despiertan con su dulce concierto
y construyen su nido y buscan su sustento
al son de sus acompasados aleteos.

Los añejos eucaliptos elevan su esperanza
y acarician el cielo.
Tanto nos dicen con su verde silencio,
el que pocas veces atendemos.

Qué bello sería el mundo si fuésemos como ellos…
como los árboles, como los pájaros…
como el sol, como el viento…
Un mundo de paz y armonía.
Un mundo más fraterno.

Qué distinto sería todo si pudiésemos
acallar las balas y las bombas
con sus dulces sonidos, con sus silencios…

Qué lindo sería el mundo si fuésemos como ellos
o, al menos, intentáramos serlo…

A pesar de nosotros… ¡Dichosos sean ellos!

Jorge Emilio Bossa

Primera Mención Género Poesía
XXV Certamen Literario Provincial "Mario Vecchioli"
Autores residentes en Santa Fe o nacidos en el territorio provincial
Centro de Estudios de la Lengua de Sunchales
Sunchales (Sta. Fe), Noviembre de 2017






















GANADORES DEL XXV CERTAMEN LITERARIO PROVINCIAL "MARIO VECCHIOLI"

CATEGORÍA “C” ADULTOS - Género POESÍA

1 ° Premio: “El tesoro escondido” - Autora: Cruz Teresa Ledesma (Monte Oscuridad)
2° Premio: “El pescador nochero” - Carmen M. Riberi (Lehmann)
3° Premio: “Mi Ciudad” - Olga Schmidt (Rafaela)
1 ° Mención: “Como ellos” - Jorge Emilio Bossa (San Francisco)
2° Mención: “Rodar” - Gabriel J. Gallo (María Juana)
3° Mención: “Esclavitud” - Soraya Fernandez Ponce (Totoras)
4° Mención: “Rencores” - José Luis Alarcón (Justiniano Posse)

CATEGORÍA “C” ADULTOS - Género CUENTO

1° Premio: “El malón” - Orlando Pérez Manassero (Rafaela)
2° Premio: “Abandonado” - Liliana Ravasio (Rafaela)
3° Premio: “Hechizo” - Nidia Dellacasa de Bosco (Rafaela)
3° Premio (compartido): “La carta” - Carmen M. Riberi (Lehmann)
1° Mención: “Minuto” - Marisa Parola (Ataliva)
2° Mención: “La mujer del coronel” - Gladis Raquel Farías (Sunchales)
3° Mención: “La intrusa” - Olga Schmidt (Rafaela)

JURADO: Natalia Perín, Conrado Bocco e Iván Giordana.