A MEJOR VIDA
De pronto, aquel amor a espaldas del sol
se tornó noche oscura. Más que siempre, como nunca antes…
La joven mujer llora a escondidas.
Aquel hombre, el que despertó todos sus sentidos, el que le dio vida a su
cuerpo adormilado, el que le arrancó la timidez de la misma forma que lo hizo
con su ropa, acaba de morir. Pero no puede ir a despedirlo…
Maldice su estrella una y otra vez.
Jamás lo poseyó del todo. Él nunca estuvo a su lado en las fechas más
importantes de su existencia. Pero cuando lo estuvo… La sacó de su gaveta como
una marioneta inerte y le dio vida. Movió sus hilos y la hizo danzar al son de
su sonrisa.
Hoy todo es pasado. Un pasado cercano y
feliz que se eclipsa tras las sombras de un presente cruel. Quiere tomar valor
para asistir al velatorio. Desea darle un beso en la frente, acariciar sus
mejillas y susurrarle un adiós al oído. Pero… ¿Ocupando qué lugar entre los
deudos? ¿El de una amiga ignota para su familia? Tampoco quiere mancillar la
reputación del extinto. Siente que es una injusticia tener que esconderse, como
siempre lo hizo, y llora su doloroso secreto.
Él fue más que un amante. Con algunos
años más que ella le brindó consejos, contención y optimismo. Llenó su vida a
cuentagotas, bajo la promesa de estar definitivamente juntos algún día.
De pronto, ella intuye que ese día
llegó. Está decidida a llevar a cabo su parte. Ya siente la gélida hoja de
acero punzando su vientre. Pero no teme. Sabe que no está más fría que su
cuerpo. Ese cuerpo que se retuerce por un instante para entibiarse, luego, con
el rojo manantial. Rápidamente el dolor físico se lleva consigo el malestar
anímico, hasta desaparecer ambos a la vez.
Ahora sí puede ingresar a la poblada
sala y escabullirse entre la multitud. Luego se arrima al féretro y roza con
sus labios los labios de su hombre. Él despierta de su breve letargo y abandona
de un brinco el inmaculado lecho. A nadie más que a ella esperaba en el
recinto. Vuelven a abrazarse y besarse como tantas veces lo hicieron, pero esta
vez sin ocultarse. Luego, como dos níveas palomas, inician juntos el vuelo.
Cuando están por atravesar el techo, la
joven se disculpa y vira hacia el sector principal de la sala. Suspendida en el
aire se acerca a la compungida viuda. La mira fijamente. Una sonrisa mordaz y
triunfal se escapa de su lozano rostro. Luego retorna raudamente hacia donde la
espera su amado para perderse, juntos, en la eternidad.
Un convidado, recién llegado al
velorio, se acerca al cajón. Observa el cuerpo del finado y murmura en baja voz…
“Pobre... ¡Pasó a mejor vida!”
Jorge Emilio Bossa
Mención de Honor Género
Narrativa
XLVI Concurso
Internacional
Instituto Cultural
Latinoamericano
“La importancia dela Palabra ”
Junín (Bs.As.), Junio de 2015
“La importancia de
Junín (Bs.As.), Junio de 2015