“No digáis que, agotado su tesoro, de asuntos falta enmudeció la lira.
Podrá no haber poetas, pero siempre habrá poesía”
Gustavo Adolfo Bécquer

sábado, 30 de noviembre de 2013

Concurso Literario Hugo Wast 2013

REDENCIÓN


         De pronto, la fiesta se acabó. Se aguó en los negros y húmedos ojos de Lucía. Pablo ya no pudo seguir adelante. Una mirada extraviada, melancólica, lo inhibía. Sintió que sería un miserable si tomaba posesión de ese paraíso usurpado, rentado por el mismo diablo.
         Lucía era una hermosa doncella de cuerpo curvilíneo, piel trigueña y larga cabellera azabache. Digno cierre para una noche de juerga. Pero sus negros fanales lo detuvieron, apaciguaron sus bríos repentinamente. Aquellos ojos parecían decir lo que su carnosa boca callaba… un ahogado pedido de ayuda.
         Pablo se acercó a ella con delicadeza. La abrazó en silencio y besó su arriada frente. Luego dejó que lentamente pasara el tiempo, sin asaltar la intimidad de su compañera, a pesar de haber pagado por ella.  Lucía, trémula, sollozaba en sus brazos. Pero no dijo una sola palabra. El miedo la amordazaba.
         Cuando el reloj marcó el final de la cita, él se despidió susurrando una promesa a su oído… ¡Voy a sacarte de aquí!
         Los abismales ojos de Lucía se clavaron en la figura de Pablo, recortada en el umbral de su claustro. Ahora ya no solo temía por su propia vida, sino también por la de aquel perceptivo muchacho.
         Cuando la plateada barca de la luna finalizó su trayecto, la joven se quitó el ropaje de humillación que la cubría y quiso dormir. Pero no pudo hacerlo. Se levantó de su lecho, se acercó a su ventana y miró ese pequeño fragmento de cielo que se filtraba por una rendija. Le pidió que consume el milagro largamente esperado. Y que ilumine y proteja a su paladín.
         Pasadas unas horas, la justicia se encargó de la redención. Lucía pudo ver el sol en su plenitud, en reemplazo de aquellos míseros jirones del astro asaltando tímidamente su reclusión. Luego que ello ocurriera Pablo se reencontró con la muchacha y la abrazó nuevamente, ahora con vigor.
         Aquella noche pudo haber sido el amo de su cuerpo, por una precaria porción de tiempo. Ahora es el dueño de su corazón. Y de sus abismales ojos negros.

Jorge Emilio Bossa

Segundo Premio Género Cuento Corto
Concurso Literario Hugo Wast 2013
Instituto Parroquial “Gustavo Martínez Zuviría”
50 años educando en la fe
Las Varillas (Cba.), Noviembre de 2013


SUEÑOS DESANGRADOS

Un trozo de luna
con forma de cuna
se mece en el cielo
y asila los sueños
que no tienen dueño,
culpa del desvelo.

La noche está triste
y de luto viste
a su nueva pena,
porque en un hogar
se han vuelto a aplazar
las noticias buenas.

Tras cuatro semanas
soñando con nanas
se ha desangrado
de nuevo el anhelo,
ese viejo anhelo
siempre relegado.

Una esposa joven,
al ver que su abdomen
no admite expansión,
maldice su suerte
y una nueva muerte
de la ilusión.

Mas sabe que un día
tendrá la alegría
que hoy no alcanza,
sin más ríos rojos
lavando despojos
de la esperanza.

Entonces al cielo,
guardián del desvelo,
le implora ser cuna
el próximo mes,
de una buena vez,
como aquella luna.

Jorge Emilio Bossa

Mención Especial Género Poesía
Concurso Literario Hugo Wast 2013
Instituto Parroquial “Gustavo Martínez Zuviría”
50 años educando en la fe
Las Varillas (Cba.), Noviembre de 2013



viernes, 29 de noviembre de 2013

"Letras y Sonidos 2013"



Cierre de actividades 2013 del Taller Literario “Letras y Sonidos”.
De pie: Celina Giay, Franco Taverna (anfitrión por La Casa de Los Artistas), Raúl Rodríguez Olezza, Jorge Emilio Bossa, Plácido Lorenzo Bruno, Norma Leonor Degano, Inés María Quilez de Monge y Adriana Mónica Roelofs.
Sentadas: Dora Giay, Alma Carrión de Dal Bó, Raquel Bussi de Bruera, María Elisabeth Noria Martínez, Myriam Lucía Taverna (Coordinadora), Myriam Graciela Pesassi y Beatriz Mattar de Vergara.

sábado, 19 de octubre de 2013

Premios Farfalla 2013


ANTES…


Llegaron a estas tierras por el mar,
como nuestros abuelos.
Pero ellos vinieron antes…
Antes que aquellos gringos laboriosos
hicieran de estas pampas un vergel.

Llegaron cuando la patria
comenzaba a ser patria,
cuando el sol de mayo
recién asomaba sus rayos
en el cielo del nuevo estandarte.
Fueron los primeros inmigrantes
en aquellos años donde la nación
era aún una ilusión.

Vinieron antes que el granero naciera,
pero sembraron otras semillas…
las de la independencia.
No roturaron la tierra
pero rompieron cadenas.

Como nuestros queridos gringos
nacieron en el viejo mundo
y murieron en el nuevo país
por el cual ofrendaron su sangre.
Fueron Holmberg y Bouchard,
fueron Brown y tantos más…
quienes junto a los criollos
lucharon por un ideal.

Ayudaron a arrancar la corona,
que a esta comarca oprimía,
para ser suplida luego
por una dorada diadema de espigas.

Fueron otros inmigrantes
aquellos bravíos guerreros
que vinieron antes…

Jorge Emilio Bossa

Mención Familia Trentina
Género: Poesía
Tema: El Inmigrante
Concurso Literario "Premios Farfalla"
Rafaela (Sta. Fe), Octubre de 2013





GANADORES DEL CONCURSO LITERARIO Y FOTOGRAFICO AÑO 2013 “PREMIOS FARFALLA”
de la Asociación Civil Familia Trentina de Rafaela.

POESÍA:
1ER PREMIO: OBRA: “ EL ABUELO”  DE OLGA SCHMIDT. RAFAELA- SANTA FE.
2DO PREMIO: OBRA: “CAMPESINO INMIGRANTE” DE  BEATRIZ CHABRERA DE MARCHISONE. CLUCELLAS- SANTA FE.
3ER PREMIO: OBRA: “EL VIAJE DE LA ABUELA” DE SARA ISABEL JUAREZ. SAN FRANCISCO- CÓRDOBA.
MENCIÓN DEL JURADO: OBRA: “LA PARTIDA”. DE EDGAR MARÍA DE LA FUENTE. SUARDI- SANTA FE.
MENCIÓN  FAMILIA TRENTINA: OBRA “ANTES...”.  DE JORGE EMILIO BOSSA. SAN FRANCISCO- CÓRDOBA.

sábado, 21 de septiembre de 2013

"...Arrojando palabras al cielo..."


LOS OJOS DEL PUMA

Su cuerpo yace inmóvil sobre el áspero ripio
de la calle que surca el sereno poblado.
Como dos fríos puñales sus ojos se han clavado
en los ahora esquivos ojos de su asesino.

Aguijones de plomo su tórax taladraron
y en él abrieron torpes manantiales carmín.
Unos niños contemplan ese penoso fin
al tiempo en que un adulto suspira aliviado.

Pero esos pardos iris que expiran lentamente
al hombre de arma en mano le parecen decir…
“Yo tan sólo buscaba un sitio a donde ir
y por aquí pasaba inofensivamente”.

“Sucede que mi cuna, la verde cuna mía,
mi sitio en el mundo, mi extensa morada,
ahora está siendo brutalmente arrasada
en nombre del progreso y la economía.”

“Las máquinas llegaron con sus voces de trueno
y aquellas melodías sagradas de mi monte
han sido censuradas, callados sus cantores;
los mismos que hoy emprenden su triste derrotero.”

“Y yo, un viejo puma con su destierro a cuestas,
transitaba estas calles sin un rumbo preciso.
Mas no pensé siquiera en dañar a sus niños.
Tan sólo me detuve en busca de respuestas.”

“Observando sus rostros quería descifrar
por qué estos pequeños duendes de la ternura
cuando llegan a adultos, a edades maduras,
de toda su inocencia se logran despojar.”

“Y destruyen la flora y matan a la fauna.
Y a los pulcros azules los tiñen color gris.
Sólo falta que al día le opaquen su barniz
o a la noche le hurten su joyería de plata.”

“Y no entienden que el mundo es hábitat de todos
y quienes lo lastiman sólo se auto flagelan…”
Sintiéndose culpable, el hombre interpreta
el mensaje de aquellos enceguecidos ojos.

Y luego, arrepentido, le promete a sus hijos
que venderá su arma y les enseñará
a cuidar el ambiente; antes de lagrimear
al ver al viejo puma quedarse allí dormido.

Jorge Emilio Bossa

Primer Premio en Poesía Libre
Octavo Certamen Literario Regional
“…Arrojando palabras al cielo…”
Estación Matilde (Sta. Fe), Septiembre de 2013





sábado, 7 de septiembre de 2013

Mis escritos 2013

LA ESCOLLERA
         Con las primeras luces del día el cielo y el océano comienzan a desnudar sus azules cuerpos, cual si fueran reflejo uno del otro. Las gaviotas desayunan los restos de comida que los descuidados turistas, en la víspera, abandonaron en la arena. La escollera es un estilete de roca que apuñala el contorno marino y le hace sangrar borbotones de blanca espuma.
         Sobre esa muralla, el alba solía ver desfilar a una misteriosa mujer. Su lúgubre figura contrastaba con el diáfano horizonte. Así como se diferenciaba, de su vestimenta color azabache, la blanca rosa que siempre llevaba en las manos. Su paso era lento. Al llegar al extremo del espigón, rezaba una plegaria. Luego arrojaba la flor al mar. Nadie sabía quién era. Algunos pobladores hasta dudaban de su existencia real. Creían que se trataba de un espectro, producto de la alucinación de algunos trasnochados que la vieron en la costa. Otros pensaban que era alguien que perdió en las profundidades del espejo infinito a un ser entrañable. Todos la llamaban La Viuda del Mar. Hasta que una noche un hombre bajó a la playa a purificar su borrachera y se durmió allí, contra el muro de la rambla. Al despertar se dirigió a la escollera sin percatarse de la presencia de la misteriosa mujer. Al encontrarse con ella el corazón se le paralizó. Por primera vez vio, cara a cara, al fantasma del que tanto hablaba la gente. Pensó que los efectos del alcohol aún perduraban, por ello esa visión. “¿Necesita algo?” preguntó la mujer, incómoda al ver interrumpido su íntimo ritual. “¿Usted es La Viuda del Mar?” inquirió él, con osadía. La mujer sonrió… “¿Así me llaman?” El hombre aprobó con la mirada.
- Si así me bautizaron algo de razón tienen. Mi esposo desapareció en un accidente náutico ocurrido un 3 de Enero, hace un par de años atrás. No volví a verlo. El mar es su tumba. Por ello, cuando el clima me lo permite, vengo a dejarle una ofrenda floral.
- ¿Cuál es su nombre?
- Daniela.
- Bonito nombre. ¿Por qué no la llaman así?
- Quizás nadie lo sepa. Yo no era de aquí. Me mudé para estar cerca de mi marido, esperando que alguna vez el mar me lo devuelva. ¿Usted quién es?...
- Mi nombre es José, pero todos me dicen el Borracho Pepe. Vivo así desde que mi mujer me dejó por otro hombre. Nunca digerí su engaño. Más de una vez pensé en ahogar mi pena en el mar, pero nunca me animé. Por ello lo hago en el alcohol.
         Mientras hablaban, el individuo observaba los azules ojos de Daniela. Tan azules como el cielo y el océano que los rodeaban. Debo irme, dijo la mujer. José la despidió con una sonrisa.
         Cerca del mediodía, en el bar que habituaba, el parroquiano contó la experiencia vivida. Sus compañeros de mesa estallaron en risas. “¿Estuviste con la Viuda del Mar?” preguntó irónicamente Sergio. “¡Aflojale al tinto, Pepe!!!” exclamó Luis. Pancho fue más irónico… “¿Hicieron el amor sobre la arena, ja, ja?”
         José se retiró dubitativo de la taberna. Pensó que sus camaradas quizás tendrían razón, que todo había sido un ensueño. No quiso tomar una sola gota de vino durante el resto de la jornada. A la noche se acostó temprano, ansioso por volver a la playa al amanecer.
         Al día siguiente la escollera fue testigo del reencuentro. Esta vez la sorprendida fue la mujer, al ver a José mucho más presentable que el día anterior. “Hoy lo veo mejor que ayer… Peinado, afeitado, la ropa prolija…” José respondió pícaramente…
- Me arreglé para usted.
- ¡No me diga que vino por mí!
- Si. Y sobrio, para comprobar que lo de ayer no fue un espejismo.
- No soy un fantasma, como algunos creen.
- ¿Puedo corroborarlo…?
         El hombre tomó las manos de Daniela. Luego las besó tiernamente. Ambos sonrieron, La amena conversación siguió mientras se retiraban juntos de la playa…
         Hoy la escollera despierta en soledad. Sobre ella, ya no se recorta en el pulcro horizonte la tétrica silueta de La Viuda del Mar. Se esfumó de la playa y de la ciudad. Nadie volvió a ver tampoco al borracho Pepe. Sus compañeros del bar piensan que quizás él también fue una alucinación, producto de algunas copas de más…
         Sin embargo, algunos trasnochados dicen haberlos visto juntos en la playa. Fue el pasado 3 de Enero, al clarear el día. Juran que ella recorrió la escollera y rezó una plegaria en su extremo. Luego arrojó una rosa blanca al mar, allí donde el estilete de roca apuñala su contorno y le hace sangrar borbotones de blanca espuma.

Jorge Emilio Bossa

Cuarto Premio Género Cuento
12º Certamen Internacional de Poesía y Cuento
Ediciones Mis Escritos
Buenos Aires, Agosto de 2013


miércoles, 26 de junio de 2013

"Hermanando Continentes 2013"

OFRENDA

            Domingo por la tarde en el bar de la terminal de ómnibus. Son casi las seis. Afuera, el viento de agosto comienza a calmar sus bríos mientras el sol cae en picada. Adentro, decenas de personas se guarecen del fresco atardecer. La mayoría aguarda el coche que lo llevará a su lugar de destino. Otros concurren allí simplemente porque les agrada. Los rostros se mezclan en la multitud. Algunos se enfrentan, café o aperitivo mediante. Otros concentran su mirada en los televisores del local, repartidos entre un partido de fútbol de poca relevancia y un canal musical.
            En un rincón casi íntimo, junto al ventanal, una mesa vacía parece estar fuera de la atención de los parroquianos. Todos por igual ignoran el pasado y el presente de ese sector del recinto. Nadie sabe que allí, hace un año, una joven pareja se sentó por última vez después de un largo y complejo noviazgo. Se despidieron de buena forma y con una promesa en los labios… la de volver a verse en un año, si así lo deseaban. Sería en la misma fecha y a la misma hora. Sería en el mismo escenario. Luego tomaron prudencial distancia, en tiempo y espacio.
            Pasaron los días y los meses hasta que el invierno volvió con su vetusto equipaje. El momento del eventual reencuentro llegó. Pero son casi las seis, la hora señalada, y la mesa sigue vacía. El laminado de su piel atesora mil coloquios, entre ellos aquel juramento. Su corazón de aglomerado se impacienta. No quiere que esa historia quede trunca, como si les hubiera tomado cariño a sus protagonistas. Es que tantas veces se sentaron allí, mientras esperaban el vehículo que llevaba al novio de regreso a su pueblo. Se aislaban en ese rincón para tener algo de intimidad, aunque sus últimas conversaciones ya no fueron tan amenas.
            De pronto una joven baja de un ómnibus e ingresa al local. Es una de esas tantas floristas que venden rosas en las confiterías de la ciudad. Antes de emprender su habitual caminata decide saciar su sed con una gaseosa. Para ello se ubica junto a la citada mesa, única libre, con su colorido equipaje. Una imagen viene a su mente… allí se sentaba una parejita a la que les vendió una flor en un par de ocasiones. También recuerda que en una oportunidad, hace varios meses atrás, no se animó a acercarse a ellos. El gesto adusto que ambos portaban la inhibió.
            Una extraña sensación de melancolía la invade. Parece intuir lo que sucederá en breve. Luego de beber su refresco, decide dejar sobre el mueble una de sus rosas. Posteriormente se aleja del lugar.
            Son las seis en punto. Nadie acude a la cita. Un amor acaba de morir, definitivamente. Una ofrenda floral lo evoca, en medio de la indiferencia, sobre la mesa del bar.


TRAMPA

            ¡Socorrooo!!! ¿Alguien puede oírmeee??? Abro mi redonda boca lo más que puedo y nadie me escucha. ¡Aquí en la bolsaaa!!! ¡Me secuestrarooon!!! Como estoy hecho de un valioso metal seguramente pedirán un alto rescate por mí. ¡Qué oscuro que está aquí! Necesito de la luz para lucirme. Necesito volver a mi trono. Aquí mi brillo pasa desapercibido. ¡Auxiliooo!!! Un momento… me parece que ya estuve en este lugar alguna vez. Sí, ahora lo recuerdo. Fue en el invierno pasado, durante un buen rato, en un gélido día. En otras ocasiones ingresé aquí en busca de un pañuelo. O de alguna de esas monedas baratas, que no son de oro como yo. Pero nunca lo había hecho solo, sino con mis cinco inseparables compañeros. ¡Inseparables hasta hoy! ¡Traidores! Vieron como sus semejantes me arrancaban de ellos y no hicieron nada para defenderme. ¡Creí que eran mis amigos! Sobre todo el más arraigado a mí que no opuso resistencia alguna... ¡Qué oscuro está aquí! Me siento solo y tengo miedo. Necesito de la luz como la luna necesita del sol… ¿Qué ocurre? Oigo gemidos. Unos me suenan familiares. Los otros no. ¿Dónde diablos estoy? Intentaré asomarme a espiar… Mhhhh… Esos cuadros… Esas cortinas… No las he visto antes. Nunca estuve en esta habitación antiguamente. Allí está mi amo. Es la primera vez que lo veo desde un par de metros de distancia. Es la primera vez que diviso esa cama. ¡Y ese espejo! ¡Y esa mujer!… ¡Ahora entiendo! Esa ignota mujer… no sé cómo se llama. Pero su nombre, seguramente, no es el mismo que llevo grabado en mi dorado corazón…

Jorge Emilio Bossa

Mención de Honor Género Narrativa
XXXV Concurso  Internacional de Poesia  y  Narrativa
“Hermanando  Continentes  2013”
Instituto Cultural Latinoamericano
Junín (Bs. As.), Junio de 2013