“No digáis que, agotado su tesoro, de asuntos falta enmudeció la lira.
Podrá no haber poetas, pero siempre habrá poesía”
Gustavo Adolfo Bécquer

jueves, 2 de enero de 2025

Medio gol


 MEDIO GOL

 

La siguiente historia ocurrió en la definición de la última Copa de la F.I.F.A.

No. No les hablo de la Copa del Mundo, ni del Mundial de Clubes. Tampoco de la “FIFA” internacional. Me refiero a la copa organizada por la Federación Interdepartamental de Fútbol Amateur (FIFA al fin).

 

Esta entidad abarca a un puñado de clubes de pequeños pueblos, ubicados en una franja del este cordobés y el oeste santafesino.

Entre estas instituciones, que no tienen presupuesto ni planteles suficientes para jugar en ligas más importantes, se destacan dos. Ellos son, a la vez, los animadores del Superclásico de esta FIFA regional. Uno es, por el lado de Santa Fe, el Deportivo Oro Blanco de Colonia Aurora, que alude a la actividad mayoritariamente lechera de la población. El otro, de Córdoba, es el Green Gold Atletic Club de Plaza Esperanza que alude (aunque en inglés) al oro verde de la soja, que es su principal sustento. No es necesario especificar los colores de las camisetas, sí de sus apelativos: “lecheros” o “tamberos” por un lado y por el otro “sojeros” o “gringos”, este último por la cacofonía en el nombre del club.

 

Estas localidades están muy próximas al límite interprovincial que las separa. A su vez, sus equipos son dueños de una antinomia muy violenta, que derivó en más de una gresca, no solo por cuestiones futboleras en la cancha, sino también en algunas fiestas patronales de la zona, por asuntos de polleras o algún parroquiano con unas copas de más.

 

Había solo dos jugadores (uno por equipo) que tenían una muy buena relación, por haber estudiado juntos en la universidad de la ciudad más cercana. Uno era el Petaco Cornaglia, capitán de Green Gold, un gringo campechano y bonachón. El otro, el Chacho Herrera, líder de Oro Blanco, quien se había “avivado” bastante en la ciudad y sabía cómo sacar ventajas siempre a su favor. Cornaglia era el arquero “verde”. Herrera, el “diez” de los albos. Ellos hacían “buenas migas”, a pesar de sus diferencias de personalidad y de haber sido pretendientes de la misma chica.

Rosalía, la joven en cuestión, se casó con el Petaco por ser de su pueblo y por tener una mejor posición económica que el “lechero”. No obstante, para la madre de Rosalía, Cornaglia era demasiado inocente. Ella siempre le decía a la hija: “te casaste con un salame, tendrías que haber elegido al Chacho”.

 

En la última fecha de la Copa FIFA, que se jugaba todos contra todos en dos rondas, el Green Gold llegaba con un punto de ventaja a la cancha de Oro Blanco. Un empate le bastaba para llevarse el título a Plaza Esperanza.

El partido fue cerrado y violento, como era previsible, y tuvo tres expulsiones en el tiempo reglamentario: una en el equipo local y dos en el visitante. Cuando se disputaba el último minuto del plazo adicionado por el árbitro, y el resultado de cero a cero coronaba campeón a Green Gold, llegó la jugada que terminó de desatar (por si no bastara una) las últimas dos polémicas del partido...

 

Primero, un defensor visitante cruzó en el área a un delantero local, y éste cayó aparatosamente. El referí, que no veía la hora que ese calvario terminara, no podía creer que a diez segundos del pitazo final le cayera ese “regalo del cielo”. Aunque la jugada no fue del todo clara, decidió cobrar la pena máxima. No vaya a ser cosa que la hinchada local lo linchara. Además, el tejido olímpico era bastante improvisado en esa liga para nada profesional.

Allí comenzaron otra vez los tumultos y las discusiones. Mientras tanto, el Chacho Herrera, se quedó parado junto al punto penal con la pelota bajo un brazo. Avispado como era, no quiso que las escaramuzas lo desconcentraran. Además, preparado para ejecutar la pena máxima, intimidaba al árbitro a no echarse atrás con su fallo.

 

Cuando pasó la tormenta, con una expulsión más por bando, el juez ordenó la ejecución del penal. Pensó que en unos segundos se definía todo y volvería tranquilo a su ciudad, peeero…

A pesar de su sagacidad, Herrera un poco nervioso estaba. Por ello, el remate, bajo y fuerte, no le salió tan esquinado como pretendía. Entre el brazo izquierdo y el cuerpo del Petaco amortiguaron el disparo. No obstante, la pelota siguió su recorrido. Cuando ya ingresaba al arco, el guardavalla de Green Gold se repuso, se abalanzó sobre ella y la retuvo. Pero… ¿Cuánto había traspasado el balón la línea?

 

Cornaglia se levantó de inmediato con los brazos arriba y la pelota entre sus manos, al tiempo que el Herrera reclamaba que había sido gol. Los sojeros festejaban ser los campeones y abrazaban al Petaco, quien no se desprendía del balón. Los lecheros, lo mismo hacían con el Chacho. El árbitro y el asistente se miraban atónitos. Por lo engorrosa que fue la jugada y la rapidez del arquero al levantarse, ninguno de los dos tenía certeza alguna para decidir.

 

Obviamente, en esa FIFA no había VAR. Herrera se acercó a Cornaglia pidiéndole que confesara que la pelota había entrado entera, mientras el arquero juraba que solo la mitad y que, para convalidar algo, el árbitro tenía que estar seguro y no lo estaba.

 

Cuando todo se encaminaba hacia una batalla campal, el enganche local abrazó al portero visitante. Le recordó que ellos eran amigos desde hacía mucho tiempo y que esa polémica jugada no podía mancillar esa relación. Además, le dijo que quería evitar que los incidentes pasaran a mayores, al estar los ánimos tan caldeados. Por eso, le propuso aplicar una ley salomónica para la ocasión: “¿Te acordás, cuando estudiábamos, cuántas veces debimos compartir un bizcocho o un paquete de galletitas que uno poseía, mientras el otro solo tenía hambre?”

 

El Petaco no entendía nada. Allí el Chacho le propuso pedirle al árbitro que cobrara “medio gol” y listo...

- Para mi equipo, la mitad que fue, para el tuyo la mitad que no fue, y todos contentos.

- Pero, Chacho… ¡Eso es antirreglamentario!

- En esta Liga nada es reglamentario. No hay túnel, no hay manga, no hay alambrado olímpico. Por eso, para evitar una tragedia, firmamos un “miti y miti”, el partido termina en paz y ustedes se vuelven tranquilos a su pueblo.

 

Cornaglia, atemorizado por los cánticos hostiles de la parcialidad local, pensó que era lo más justo y una salida pacífica y equitativa al embrollo. El árbitro y sus asistentes no dudaron en aceptar la propuesta para huir lo más pronto posible de esa cancha. Así, jueces y capitanes firmaron la planilla convalidando el extravagante “medio gol”. Luego, todo el mundo abandonó el estadio armoniosamente.

 

El equipo visitante regresó en una caravana a bura bocina a Plaza Esperanza, festejando el título luego en la sede del club. Cuando el Petaco llegó a su casa, la mujer le preguntó:

- ¿Estás bien, Gringo? Escuché que el partido fue muy caliente.

- Por suerte estamos bien. El Chacho resolvió una polémica al final y todo terminó en santa paz.

- ¿Y quién ganó?

- N… Nadie… (vaciló el Petaco).

- ¿Entonces, si empataron, salieron campeones ustedes?

- C… creo que sí… (Cornaglia ya tartamudeaba y dudaba).

 

De pronto, la madre de Rosalía, que no dejaba pasar ocasión para clavar su aguijón, irrumpió en el recinto con su celular en mano…

“¿Querés saber quién salió Campeón, hija? Mirá el Facebook de la Comuna de Colonia Aurora -dijo la suegra del Petaco- Está todo el pueblo festejando en la plaza”.

 

El video mostraba a Herrera en andas de la gente, con el siguiente título: “Oro Blanco venció por medio gol a cero a Green Gold y se consagró Campeón de la Copa FIFA”

El arquero “sojero” no podía creer que él mismo había firmado planilla, aprobando el exótico resultado.

 

Su suegra aprovechó la ocasión para clavar otro puñal: “Te dije, Rosalía, que tendrías que haberte casado con el Chacho. Este gringo es un salame…”

 

Jorge Emilio Bossa

 

Segundo Premio Género Cuento

1er Concurso Literario “Profesor Jorge Daniel Testori”

SADE Filial Ensenada

Ensenada (Bs. As.), noviembre 

 


LOS PREMIADOS

 

Los ganadores en la categoría Narrativa fueron: 

 

Primer Premio: Facundo Iván Sánchez (Henderson - Bs. As.) por “Visitantes”

Segundo Premio: Jorge Emilio Bossa (San Francisco - Córdoba) por "Medio gol"

Tercer Premio: Gabriela Alzogaray (San Pedro - Bs. As) por "El funámbulo"

 

Las menciones en esta categoría correspondieron a:

 

"Solo una cena" de Adriana Beatríz García (Lanús Este)

"La vieja ch@ta de al lado" de Melany Denisse Bobbio (Ensenada)

"Hecho en el infierno" de Alicia Edith Pereyra (Berisso)