“No digáis que, agotado su tesoro, de asuntos falta enmudeció la lira.
Podrá no haber poetas, pero siempre habrá poesía”
Gustavo Adolfo Bécquer

jueves, 22 de noviembre de 2018

La alfombra persa


LA ALFOMBRA PERSA

Ivanna tenía casi todo para ser feliz: una amplia y coqueta casa, varios coches y camionetas, la posibilidad de viajar por el mundo… Tenía casi todo… Excepto el amor…
Ivanna, a los dieciocho años, fue arrancada de los brazos de Agustín, su pretendiente y de quien estaba enamorada. Los padres de la muchacha la indujeron a casarse con Laureano, un hombre bastante mayor que ella pero de muy buen pasar. Las dificultades económicas fueron suficiente razón para convencerla que debía hacerlo para salvar a su familia de la pobreza. Además, Agustín era un obrero devenido en poeta, razón suficiente para alejarlo de su hija.
Los jóvenes ni siquiera llegaron a noviar. Sólo un beso alcanzaron a darse en una soleada tarde primaveral. Sólo un beso, nada más. Distinta suerte tuvo Laureano, quien poseyó varias veces el cuerpo de Ivanna, aunque nunca su corazón.
Ivanna y Agustín siguieron amándose a la distancia, pero sin verse durante bastante tiempo, a pesar de vivir en la misma ciudad.

Cuando Ivanna llevaba ya un par de años de casada, el azar hizo que se topara con Agustín. Fue en una mañana de otra primavera, en un céntrico negocio de telefonía celular. La atracción fue mutua. Pocos minutos después, en la confitería adyacente a aquel comercio, compartieron una charla de café, sin dejar de mirarse a los ojos. Allí, la muchacha supo que su pretendiente seguía soltero y sin compromisos. Allí, el joven se enteró que Ivanna aún no había podido darle un hijo a su marido. Allí, ambos comprendieron que aquel juvenil amor no había muerto.
Ivanna invitó a Agustín a almorzar y conocer su casa, ya que Laureano estaba de viaje y no regresaría hasta la noche. Él cargó su bicicleta en la caja de la 4x4 de ella, subió a la cabina y partieron hacia la citada vivienda, ubicada en un barrio residencial del norte de la ciudad.

Ivanna no olvidó las preferencias de su amado, por eso preparó una pizza con anchoas y mucha muzzarela, acompañada de una fresca cerveza negra. Mientras comían, recordaron varias anécdotas y románticos momentos.
Luego se dirigieron al living. La dueña de casa abrió de par en par la ventana que da al jardín, como si quisiera recrear aquella tarde primaveral del primer y único beso. Bebieron otra cerveza, rieron y alguna que otra caricia comenzó a escapar de sus manos. Ella se levantó y se paró en el centro de la alfombra persa que decoraba la habitación… “Mirá. ¿Te gusta? La compré hace un par de meses, cuando viajamos a Oriente. Me estimulan esos dibujos coloridos y simétricos sobre el pasional rojo de fondo.” Agustín saltó del sillón, dejó su copa en la fina mesa ratona, y se aproximó a su amada. Luego la abrazó y recreó aquel lejano beso septembrino, pero esta vez con más fogosidad.
Cuando las caricias se tornaban más eróticas y las murallas de las vestimentas comenzaban a ceder, algo los sobresaltó… Absortos vieron que la alfombra que pisaban comenzaba a levitar, tomando una extraña firmeza. Del susto inicial pasaron a las risas, ya desinhibidos y felices por el romántico momento que vivían. Cuando el tapiz superó el metro de altura, comenzó a dirigirse lentamente hacia la ventana abierta. Ivanna y Agustín se arrojaron sobre él, sin dejar de abrazarse, y superaron la lumbrera a bordo del mágico vehículo hasta perderse en el firmamento, mientras reían asombrados…

Por la noche, al llegar a casa, Laureano se sorprendió. Primero encontró una modesta bicicleta en el garaje. Luego pensó que habían ingresado ladrones, al ver la ventana abierta y la ausencia de la costosa alfombra persa. Más se sorprendió al hallar restos de pizza y cerveza en el comedor y el living, pero no a su mujer. Angustiado, primero llamó a los sitios que Ivanna frecuentaba y luego a la policía. Algo similar hicieron los familiares y amigos del muchacho, sin respuesta positiva…

A aquella noche ya le siguen mil más, sin rastros de Ivanna y Agustín. Quizás, en este momento y muy lejos de aquí, sean los protagonistas de otro cuento…

Jorge Emilio Bossa

Tercera Mención
Género Cuento Breve - Categoría Mayores
4º Concurso Literario Internacional “Juan Pedro López”
Esquina Cultural La Paz
La Paz (Uruguay), Octubre de 2018
















Fallo del 4º Concurso Literario Internacional “Juan Pedro López”

CATEGORÍA NARRATIVA ADULTOS
1º premio: LAS TUMBAS VACÍAS - Tabaré Lacosta (Montevideo - Uruguay)
2º premio: EL INFIERNO DE CELESTE - Daniel A. Rivas Salinas (Canelones - Uruguay)
3º premio: EL HERRERO - Brenda Alzamendi (Montevideo - Uruguay)

1º mención: PILI - Mario Katz (Buenos Aires - Argentina)
2º mención: BROMA MEDIANTE - Atilio Mario Escuder (Montevideo - Uruguay)
3º mención: LA ALFOMBRA PERSA - Jorge Emilio Bossa (San Francisco - Córdoba - Argentina)

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