EL REO
El
momento de la ejecución había llegado. Al ser interrogado sobre su último
deseo, el reo solo pidió a su verdugo que lo perdone. Ya era tarde. Al
aproximarse al muro comprobó que no había vuelta atrás. Era hora de pagar por
sus reiteradas faltas.
No
fue necesario vendarle los ojos. Siempre los tuvo ciegos. Ellos nunca vieron lo
que tenían en su derredor. Nunca hasta ahora, a un tris de perderlo todo.
Su
verdugo, una joven y angélica mujer, lo miró fijamente. Él se resignó a su
suerte. Ella tomó el valor que no había tenido antes.
Luego
disparó un “ya no te amo” y laceró su corazón.
Jorge
Emilio Bossa
Segunda Mención
15º Premio Guanusacate
Letras 2015
Jesús María (Cba.), Noviembre
de 2015
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