“No digáis que, agotado su tesoro, de asuntos falta enmudeció la lira.
Podrá no haber poetas, pero siempre habrá poesía”
Gustavo Adolfo Bécquer

miércoles, 30 de abril de 2025

Apariencias

 

APARIENCIAS

 

Engañosa imagen…

 

Ella allí se muestra

candorosa y bella,

con su cuerpo enhiesto

y su dermis suave

y a la vez fragante…

Tan plena de vida

en las apariencias.

 

Mas todo es mentira…

 

Pues de un modo absurdo,

al verla tan pura,

al verla indefensa,

cortaron sus venas

y la condenaron

a una muerte abrupta

y a la vez tan lenta.

 

Quizás no exista

cadáver más bello

que el que ahora luce

bajo una mortaja

hecha en celofán,

en un ataúd

de fino cristal,

mientras se desangra

de parsimoniosa

y burda manera.

 

Por eso les ruego

que ofrendas no envíen

para sus exequias.

 

Para flores muertas…

¡Basta con ella!

 

Jorge Emilio Bossa

 

Mención Nacional Género Poesía

22º Certamen Literario Nacional y Países de América del Sur 2024

Premio: “Sra. Nilda Aurelia Hernández”

Los Toldos (Bs. As.), abril de 2025




La revancha

 

LA REVANCHA

 

La cancha del Crespín Futbol Club, ubicada en las afueras de Colonia El Crespín, tenía una particularidad: solo una calle la separaba del Cementerio Comunal. El motivo era que Don Onofrio Sojola, un productor local y socio fundador del club, había donado un par de hectáreas de sus campos para la construcción de dicho estadio. Eligió para ello las más próximas a la zona urbana, razón por la cual se dio esa curiosa vecindad.

 

Los domingos por la tarde, el "centro" del pueblo se mudaba al sector sur del mismo. Los futbolistas, de un lado de la calle, y los santos difuntos del otro, convocaban a casi toda la población.

 

Don Onofrio fue el primer presidente del Crespín Futbol Club, como reconocimiento a su valiosa donación. Cuando falleció, a edad muy avanzada en una mañana estival, la institución decidió realizar un cuadrangular amistoso en su honor, con una copa en juego que llevaría su nombre.

Invitaron a tres clubes de la zona y programaron dicho torneo para febrero, antes del inicio de la actividad oficial. Debido a las altas temperaturas, los dirigentes optaron porque el torneo se dispute en horario nocturno, algo totalmente inusual aun disponiendo de iluminación artificial.

 

El equipo local abrió el torneo, homenajes de por medio, frente al Deportivo La Taba de Villa Verde. Lo que los organizadores no tuvieron en cuenta fue que en el electo visitante jugaba el "Patón" Carbonetti, un líbero de torpes movimientos y con una "patada de mula", según decían los aficionados.

 

A los quince minutos de iniciado el cotejo, el recio defensor, quien no dudaba en "reventarla" para evitar complicaciones, ya había mandado al camposanto a dos de los tres balones que el club organizador había dispuesto para el evento deportivo.

 

El nuevo presidente del Crespín Futbol Club envió al utilero a cruzar la calle y solicitarle al guardia del cementerio permiso para buscarlos. El asistente empalideció y se negó, no solo a ingresar a ese lugar de noche, sino a arrimarse siquiera a la tétrica imagen del sereno del lugar. El mandamás les solicitó a algunos integrantes de la Comisión Directiva con idéntica respuesta, mientras él mismo no se ofrecía para tal misión.

 

Cuando promediaba el primer tiempo, La Taba dispuso de un tiro libre a treinta metros del arco local, que daba espaldas al cementerio. Cuando el presidente vio al "Patón" acomodar el balón, se agarró la cabeza. En ese momento prefirió que la clavara en un ángulo antes de meterla dentro de un panteón...

 

Sucedió algo parecido a lo segundo: la pelota pasó por encima del travesaño, la tribuna, la calle y el muro del cementerio.

Final del partido y de las actividades nocturnas en el club. El torneo fue reprogramado en horario vespertino.

 

Al día siguiente, con las primeras luces del alba y antes de ir a su trabajo, el presidente del Crespín F. C. en persona fue al camposanto con la intención de recuperar los balones perdidos. Se sorprendió al hallar el portal cerrado, sin la presencia del sereno. Justo en ese momento se apersonó el guardia matutino. Pidió disculpas por el retraso y le explicó que debió dirigirse a la casa de su antecesor a buscar las llaves, ya que aquel había huido despavorido por lo sucedido unas horas antes.

Sorprendido, el dirigente escuchó el relato que le contaba que Omar, el vigilador nocturno, oyó ruidos y gritos provenientes del interior del cementerio. Cuando se asomó a ver lo que ocurría, un pelotazo se estrelló en la pared, a escasos centímetros de su cabeza. Allí no dudó. Cerró con llave y escapó del lugar para no volver por el resto de la noche.

 

El presidente pidió permiso y, acompañado del guardia, ingresó a buscar los balones. Asombrados, vieron varios destrozos en el lugar, desde flores y floreros en el suelo hasta el vitral roto en un panteón. La primera pelota que hallaron estaba pinchada, cerca de los vidrios que la habían dañado. La segunda lucía ilesa. Pero la sorpresa mayor fue al ver, cerca de la tercera y en los fondos del predio, dos pares de mortajas dobladas ante sendos tapiales opuestos, emulando a "los arcos del campito".

 

El directivo dejó la esférica donde estaba y le pidió al cuidador que haga lo mismo con la deportiva escena. "Compraré otras pelotas para el club. Seguramente, esta noche la revancha será apasionante" comentó.

 

"Le pediré a mi colega que no se asuste, que es solo un juego", respondió el guardia…

 

Luego aprovechó la ocasión para hacerle, indirectamente, un reproche al presidente del Crespín por la falta de refuerzos para la institución: "Mejor no los enfrentemos nunca. Es muy probable que estos muertos nos ganen".

 

Jorge Emilio Bossa

 

Mención Nacional en Cuento

22º Certamen Literario Nacional y Países de América del Sur 2024

Premio: “Sra. Nilda Aurelia Hernández”

Los Toldos (Bs. As.), abril de 2025