LA REVANCHA
La
cancha del Crespín Futbol Club, ubicada en las afueras de Colonia El Crespín,
tenía una particularidad: solo una calle la separaba del Cementerio Comunal. El
motivo era que Don Onofrio Sojola, un productor local y socio fundador del
club, había donado un par de hectáreas de sus campos para la construcción de
dicho estadio. Eligió para ello las más próximas a la zona urbana, razón por la
cual se dio esa curiosa vecindad.
Los
domingos por la tarde, el "centro" del pueblo se mudaba al sector sur
del mismo. Los futbolistas, de un lado de la calle, y los santos difuntos del
otro, convocaban a casi toda la población.
Don
Onofrio fue el primer presidente del Crespín Futbol Club, como reconocimiento a
su valiosa donación. Cuando falleció, a edad muy avanzada en una mañana
estival, la institución decidió realizar un cuadrangular amistoso en su honor,
con una copa en juego que llevaría su nombre.
Invitaron
a tres clubes de la zona y programaron dicho torneo para febrero, antes del
inicio de la actividad oficial. Debido a las altas temperaturas, los dirigentes
optaron porque el torneo se dispute en horario nocturno, algo totalmente
inusual aun disponiendo de iluminación artificial.
El
equipo local abrió el torneo, homenajes de por medio, frente al Deportivo La
Taba de Villa Verde. Lo que los organizadores no tuvieron en cuenta fue que en
el electo visitante jugaba el "Patón" Carbonetti, un líbero de torpes
movimientos y con una "patada de mula", según decían los aficionados.
A
los quince minutos de iniciado el cotejo, el recio defensor, quien no dudaba en
"reventarla" para evitar complicaciones, ya había mandado al
camposanto a dos de los tres balones que el club organizador había dispuesto
para el evento deportivo.
El
nuevo presidente del Crespín Futbol Club envió al utilero a cruzar la calle y
solicitarle al guardia del cementerio permiso para buscarlos. El asistente
empalideció y se negó, no solo a ingresar a ese lugar de noche, sino a
arrimarse siquiera a la tétrica imagen del sereno del lugar. El mandamás les
solicitó a algunos integrantes de la Comisión Directiva con idéntica respuesta,
mientras él mismo no se ofrecía para tal misión.
Cuando
promediaba el primer tiempo, La Taba dispuso de un tiro libre a treinta metros
del arco local, que daba espaldas al cementerio. Cuando el presidente vio al
"Patón" acomodar el balón, se agarró la cabeza. En ese momento
prefirió que la clavara en un ángulo antes de meterla dentro de un panteón...
Sucedió
algo parecido a lo segundo: la pelota pasó por encima del travesaño, la
tribuna, la calle y el muro del cementerio.
Final
del partido y de las actividades nocturnas en el club. El torneo fue
reprogramado en horario vespertino.
Al
día siguiente, con las primeras luces del alba y antes de ir a su trabajo, el
presidente del Crespín F. C. en persona fue al camposanto con la intención de
recuperar los balones perdidos. Se sorprendió al hallar el portal cerrado, sin
la presencia del sereno. Justo en ese momento se apersonó el guardia matutino.
Pidió disculpas por el retraso y le explicó que debió dirigirse a la casa de su
antecesor a buscar las llaves, ya que aquel había huido despavorido por lo
sucedido unas horas antes.
Sorprendido,
el dirigente escuchó el relato que le contaba que Omar, el vigilador nocturno,
oyó ruidos y gritos provenientes del interior del cementerio. Cuando se asomó a
ver lo que ocurría, un pelotazo se estrelló en la pared, a escasos centímetros
de su cabeza. Allí no dudó. Cerró con llave y escapó del lugar para no volver
por el resto de la noche.
El
presidente pidió permiso y, acompañado del guardia, ingresó a buscar los
balones. Asombrados, vieron varios destrozos en el lugar, desde flores y
floreros en el suelo hasta el vitral roto en un panteón. La primera pelota que
hallaron estaba pinchada, cerca de los vidrios que la habían dañado. La segunda
lucía ilesa. Pero la sorpresa mayor fue al ver, cerca de la tercera y en los
fondos del predio, dos pares de mortajas dobladas ante sendos tapiales
opuestos, emulando a "los arcos del campito".
El
directivo dejó la esférica donde estaba y le pidió al cuidador que haga lo
mismo con la deportiva escena. "Compraré otras pelotas para el club.
Seguramente, esta noche la revancha será apasionante" comentó.
"Le
pediré a mi colega que no se asuste, que es solo un juego", respondió el
guardia…
Luego
aprovechó la ocasión para hacerle, indirectamente, un reproche al presidente
del Crespín por la falta de refuerzos para la institución: "Mejor no los
enfrentemos nunca. Es muy probable que estos muertos nos ganen".
Jorge Emilio Bossa
Mención
Nacional en Cuento
22º
Certamen Literario Nacional y Países de América del Sur 2024
Premio: “Sra.
Nilda Aurelia Hernández”
Los
Toldos (Bs. As.), abril de 2025