“No digáis que, agotado su tesoro, de asuntos falta enmudeció la lira.
Podrá no haber poetas, pero siempre habrá poesía”
Gustavo Adolfo Bécquer

miércoles, 26 de junio de 2013

"Hermanando Continentes 2013"

OFRENDA

            Domingo por la tarde en el bar de la terminal de ómnibus. Son casi las seis. Afuera, el viento de agosto comienza a calmar sus bríos mientras el sol cae en picada. Adentro, decenas de personas se guarecen del fresco atardecer. La mayoría aguarda el coche que lo llevará a su lugar de destino. Otros concurren allí simplemente porque les agrada. Los rostros se mezclan en la multitud. Algunos se enfrentan, café o aperitivo mediante. Otros concentran su mirada en los televisores del local, repartidos entre un partido de fútbol de poca relevancia y un canal musical.
            En un rincón casi íntimo, junto al ventanal, una mesa vacía parece estar fuera de la atención de los parroquianos. Todos por igual ignoran el pasado y el presente de ese sector del recinto. Nadie sabe que allí, hace un año, una joven pareja se sentó por última vez después de un largo y complejo noviazgo. Se despidieron de buena forma y con una promesa en los labios… la de volver a verse en un año, si así lo deseaban. Sería en la misma fecha y a la misma hora. Sería en el mismo escenario. Luego tomaron prudencial distancia, en tiempo y espacio.
            Pasaron los días y los meses hasta que el invierno volvió con su vetusto equipaje. El momento del eventual reencuentro llegó. Pero son casi las seis, la hora señalada, y la mesa sigue vacía. El laminado de su piel atesora mil coloquios, entre ellos aquel juramento. Su corazón de aglomerado se impacienta. No quiere que esa historia quede trunca, como si les hubiera tomado cariño a sus protagonistas. Es que tantas veces se sentaron allí, mientras esperaban el vehículo que llevaba al novio de regreso a su pueblo. Se aislaban en ese rincón para tener algo de intimidad, aunque sus últimas conversaciones ya no fueron tan amenas.
            De pronto una joven baja de un ómnibus e ingresa al local. Es una de esas tantas floristas que venden rosas en las confiterías de la ciudad. Antes de emprender su habitual caminata decide saciar su sed con una gaseosa. Para ello se ubica junto a la citada mesa, única libre, con su colorido equipaje. Una imagen viene a su mente… allí se sentaba una parejita a la que les vendió una flor en un par de ocasiones. También recuerda que en una oportunidad, hace varios meses atrás, no se animó a acercarse a ellos. El gesto adusto que ambos portaban la inhibió.
            Una extraña sensación de melancolía la invade. Parece intuir lo que sucederá en breve. Luego de beber su refresco, decide dejar sobre el mueble una de sus rosas. Posteriormente se aleja del lugar.
            Son las seis en punto. Nadie acude a la cita. Un amor acaba de morir, definitivamente. Una ofrenda floral lo evoca, en medio de la indiferencia, sobre la mesa del bar.


TRAMPA

            ¡Socorrooo!!! ¿Alguien puede oírmeee??? Abro mi redonda boca lo más que puedo y nadie me escucha. ¡Aquí en la bolsaaa!!! ¡Me secuestrarooon!!! Como estoy hecho de un valioso metal seguramente pedirán un alto rescate por mí. ¡Qué oscuro que está aquí! Necesito de la luz para lucirme. Necesito volver a mi trono. Aquí mi brillo pasa desapercibido. ¡Auxiliooo!!! Un momento… me parece que ya estuve en este lugar alguna vez. Sí, ahora lo recuerdo. Fue en el invierno pasado, durante un buen rato, en un gélido día. En otras ocasiones ingresé aquí en busca de un pañuelo. O de alguna de esas monedas baratas, que no son de oro como yo. Pero nunca lo había hecho solo, sino con mis cinco inseparables compañeros. ¡Inseparables hasta hoy! ¡Traidores! Vieron como sus semejantes me arrancaban de ellos y no hicieron nada para defenderme. ¡Creí que eran mis amigos! Sobre todo el más arraigado a mí que no opuso resistencia alguna... ¡Qué oscuro está aquí! Me siento solo y tengo miedo. Necesito de la luz como la luna necesita del sol… ¿Qué ocurre? Oigo gemidos. Unos me suenan familiares. Los otros no. ¿Dónde diablos estoy? Intentaré asomarme a espiar… Mhhhh… Esos cuadros… Esas cortinas… No las he visto antes. Nunca estuve en esta habitación antiguamente. Allí está mi amo. Es la primera vez que lo veo desde un par de metros de distancia. Es la primera vez que diviso esa cama. ¡Y ese espejo! ¡Y esa mujer!… ¡Ahora entiendo! Esa ignota mujer… no sé cómo se llama. Pero su nombre, seguramente, no es el mismo que llevo grabado en mi dorado corazón…

Jorge Emilio Bossa

Mención de Honor Género Narrativa
XXXV Concurso  Internacional de Poesia  y  Narrativa
“Hermanando  Continentes  2013”
Instituto Cultural Latinoamericano
Junín (Bs. As.), Junio de 2013




viernes, 16 de noviembre de 2012

Premios "Hugo Wast 2012"



LA BÚSQUEDA

Las nubes se desangraban
lentamente aquella noche.
Los comercios y los coches
sus luces multiplicaban
sobre las calles que daban
al centro de la ciudad
más brillo. En soledad,
una mujer deambulaba
y su mirada arrastraba
por la áspera humedad.

Al bullicio sabatino
ella era indiferente.
Se perdía entre la gente
con su paso algo cansino.
Mientras creaba un camino
para continuar buscando,
se preguntaba hasta cuándo
debía peregrinar
para al fin recuperar
lo que le estaba faltando.

Una presea valiosa
le había sido robada
y, por ello, en la calzada
era poco cuidadosa.
Ella estaba en otra cosa…
exploraba las aceras,
los umbrales, las vidrieras,
los canteros y los bancos.
Su pesquisa, tranco a tranco,
terca y minuciosa era.

De pronto su andar detuvo,
plena de dudas y gozo.
Lanzó entonces un sollozo.
Tanto que anduvo y anduvo
y ante sus pies al fin tuvo
lo que buscó con tesón.
Allí, entre el cordón
y un charco del empedrado,
maltrecho y algo embarrado
estaba su corazón.

Trémula se arrodilló
y lo tomó suavemente
cuando un hombre, gentilmente,
a ayudarla se ofreció.
La joven su vista alzó
y vio una mano acercarse,
instándola a levantarse.
Renovando la ilusión,
puso en ella el corazón.
Y no volvió a equivocarse.

Jorge Emilio Bossa

Segundo Premio - Género Poesía
Concurso Literario “Hugo Wast” 2012
Las Varillas (Cba.)


PEGASO

            Él era un potro indómito que escapaba a las riendas. La campiña surcaba con su trote desafiante. Ansiaba ser tan libre como el viento y sortear las torpes alambradas que diariamente la vida interponía a su paso.
            Llegó aquella tarde borrascosa de verano, en la que su terco anhelo empezó a cumplirse... Fue una agradable sorpresa para ese brioso corcel ver posarse frente a su hocico a un verborrágico cuervo, que del ennegrecido horizonte pareció desprenderse.
            “Amigo... ¿quieres volar cómo lo hacemos las aves? Sólo debes animarte, yo te puedo ayudar”; dijo el lúgubre pájaro. El potro, sin dudar, aceptó con entusiasmo la tentadora propuesta. No pensó en las consecuencias, sólo en su quimera.
            Como por arte de magia, vio aquel iluso equino florecer sobre su lomo dos grandes y blancas alas. La libertad tan ansiada finalmente había hallado. Emulando a Pegaso extendió el bello plumaje, se despegó del suelo y voló...
            Tal proeza impidió que el pobre animal escuchara el sarcástico graznido que el pajarraco emitió. Dicen que nunca volvió a posar sus fuertes patas sobre la verde campiña.
            Le ofrecieron alas... Le invitaron a volar… Y en el azul infinito se extravió una fría mañana.

Jorge Emilio Bossa

Quinto Premio - Género Cuento
Concurso Literario “Hugo Wast” 2012
Las Varillas (Cba.)

Esférica deidad



ESFÉRICA DEIDAD

El verde firmamento vela la expectación.
Geométricas figuras dibujan las estrellas
y forman blancas líneas en toda su extensión,
al aguardo de aquella seductora doncella.

Cuando al fin aparece se enciende la pasión.
Miles de corazones se rinden ante ella.
Es la luna de cuero quien, desde su invención,
en la historia del mundo ha dejado su huella.

Ella es diosa pagana, esférica deidad;
ese lindo juguete para el que no hay edad,
clase social ni idioma… un inmenso crisol.

Y rueda, brinca, vuela… Inspira a poetas
a escribir en el césped un pase, una gambeta
o aquella poesía más aclamada… el gol.

Jorge Emilio Bossa

Segunda Mención Género Poesía
XVII Concurso Literario
Rotary Club La Falda
La Falda (Cba.), Octubre de 2011

Mención de Honor
Certamen Internacional
“Escritura Compartida 2012”
Los Cocos (Cba.), Noviembre de 2012

Publicado en la Antología
“Escritura Compartida 2012”
C.E.N. Ediciones
Córdoba, Noviembre de 2012





lunes, 24 de septiembre de 2012

Contrastes


CONTRASTES

Contrastan sus pardos barrotes
con el dorado resto de su cuero,
y caen cual baño de chocolate
que intenta endulzar su cautiverio.

Contrastan sus pardos barrotes
con los grises que tiene por delante,
interponiéndose entre sus fauces
y el albedrío que perdió hace tiempo.

Contrasta su transido encierro
con la alegría de su derredor,
mientras el mundo rueda indiferente
e ignora su absurdo dolor.

Pero más aún contrastan,
separadas por bastones toscos,
las feroces bestias que intimidan de un lado
y las inocentes que penan del otro.

Jorge Emilio Bossa

Primera Mención
II Concurso de Poesía “Letras para el Café”
Feria del Libro, Córdoba, Septiembre de 2012



viernes, 14 de septiembre de 2012

Un amor indeleble


UN AMOR INDELEBLE

            Siempre se encuentran allí, en el viejo hotel. La habitación 115 es de su exclusividad. Cada vez que los dorados dedos del sol resbalan por el azul cristal de la tarde, ella y él se preparan para una nueva cita. Cuando el astro rey finalmente se hunde en la ciénaga del ocaso, ellos reinician su danza febril.
            Nada los detiene. Ya nadie podrá hacerlo. Las añejas paredes del edificio son mudos testigos de un romance tan pasional como perpetuo. La humedad de las mismas no se compara con la de sus cuerpos. Esos cuerpos que vibran al son de cada beso, cada caricia, cada entrega voraz…
            Él siempre inicia el ritual. Ella se deja llevar. Ambos reinciden en el pecado del que nunca fueron absueltos. A pesar del alto precio que hace mucho tiempo pagaron.
            Cada noche la cita se repite. Indefinidamente. Como hace décadas. No necesitan estimulantes para avivar la hoguera que los devora. El tiempo se detuvo para ellos. No para el sitio que los alberga. Allí los muros lucen derruidos. El techo permite que cada lluvia se filtre sin permiso alguno. La maleza, desafiante, gana terreno entre las grietas de la construcción.
El abandono se adueñó del lugar. Para ello tuvo como cómplice a la joven pareja. Ellos se encargaron de ahuyentar a visitantes primero y a anfitriones después. Sus jadeos resultaron insoportables para los mortales que aún se animaban a atravesar el robusto pórtico de ingreso, luego de aquella trágica y lejana noche otoñal.
Con el paso de los años el hotel fue víctima de varios saqueos. Sus lujosos muebles, sus vistosos cortinados, su fina cristalería desaparecieron en gran proporción. Pero los cacos nunca se atrevieron a ingresar a la habitación 115. En ella permanecen, intactos, todos los objetos. Tal como quedaron aquel Viernes 13, marcado con sangre en los calendarios de la época.
Aquella vez un hombre, enajenado por los celos y el rencor, irrumpió en el cuarto. Estaba dispuesto a limpiar su honor. Una filosa hoja de acero le sirvió para ese fin. La misma laceró también la habitual serenidad del poblado, cuando un nuevo día nacía.
Los vestigios de la masacre aún permanecen, indelebles, en cada rincón del recinto. Tan indelebles como aquel amor. Porque el asesino no pudo con ellos, aunque creyó haberlo hecho.
 Los infortunados amantes fueron retirados en medio de la conmoción popular. Pero sus almas nunca abandonaron la habitación. Sólo se desvanecen cuando la alborada traspasa, indiscreta, los desvencijados postigos de su ventana. Invariablemente, al expirar el día, el encuentro se renueva.
Nada los detiene. Ya nadie podrá hacerlo. Si un día tiraran abajo el edificio, ellos, seguramente, continuarán su idilio entre la frondosa y silvestre vegetación del parque. Aquel que otrora luciera prolijo y poblado de flores y hoy es refugio de lechuzas que, con sus chistidos, al lugar lo hacen más maldito.
Mientras tanto ella y él siguen allí, en su invariable y noctámbula guarida, hasta que la claridad los desaloje una vez más. Cuando las noches son calladas, sus eróticos gemidos pueden oírse desde las inmediaciones del viejo hotel. Para espanto de algunos. Para envidia de otros.

Jorge Emilio Bossa

Tercer Premio Género Cuento Corto
I Concurso Literario  “Manuel Torres”
Santa María de Punilla (Cba.)
Septiembre de 2012

Publicado en la antología "LA VOZ DE MI PUEBLO"

junto a escritores de S.M. de Punilla
Editado por Artegraff (V.C. Paz, Cba.), Septiembre de 2012

Publicado en la antología "EN ALAS DE UN SUEÑO"

Ediciones "Mis Escritos" (Bs. As.), Diciembre de 2013







jueves, 13 de septiembre de 2012

Navidad en la cruz

NAVIDAD EN LA CRUZ

Cuando la mañana se desperezaba en la ciudad, él ya estaba allí. Una tenue e ilusa sonrisa se dibujaba en su rostro, ese rostro mustio a pesar de su temprana edad. Soñaba que podía ser su día de buenaventura. El pueblo comenzaba a bosquejar una gran fiesta y él quizás participaría de la misma. Tal vez sería invitado a compartir alguna mesa familiar. En el peor de los casos celebraría aquella fecha con las dádivas recibidas en la puerta del shoping. Pero en soledad. Rodeado de gente pero en soledad. Como siempre. Sólo lo acompañaría su colega de hambrunas… un perrito garrapatoso y sin raza definida.
         Pero el monstruo de mil cabezas que danzaba a su alrededor no repararía en él. De prisa y contra reloj, la gente gastaba y malgastaba sus últimos ahorros en busca de víveres, regalos y cotillón navideño. La psicosis era general. La conmemoración, comercial.
         A él nadie lo veía. Estaba allí, famélico y descalzo, esperando algún humilde obsequio de una mano generosa. Íntimamente sabía que varios de los alimentos comprados ni siquiera serían consumidos. Estarían unas semanas en la puerta de una heladera o en el rincón de una alacena. Luego pasarían por un bote de basura antes de llegar a sus manos. Tarde quizás.
         El día corrió de prisa, como cada 24 de Diciembre. La tarde se desangró sobre los candentes aguijones de cemento y la noche trajo algo de calma. El niño y su mascota se quedaron allí, en las inmediaciones de un shoping extrañamente desierto. En el mismo aún se escuchaban los ecos de un Papá Noel multiplicado que arrasó con sus góndolas. Un Papá Noel que aquel infante desconocía. Aquel que se durmió acurrucado en la vereda desoyendo, como siempre, el sonoro llamado de su pancita. Para colmo de males había refrescado y su andrajoso atuendo ya era insuficiente.
         De pronto despertó sobresaltado. Navidad había llegado y el cielo se estremeció con un estruendo multicolor. Su perrito se espantó de su lado. Con un hilo de voz alcanzó a llamarlo pero fue en vano. El animal huyó despavorido. El pequeño ya no tenía fuerzas para seguirlo. Resignado, comprendió que se había quedado irreversiblemente solo. Justo en esa fecha de encuentros.
         El hambre, el frío, la tristeza, la soledad… eran clavos y espinas invisibles que lo lastimaban sin piedad. Por ello cubrió con sus flácidos bracitos sus ojos y oídos, como protegiéndose de tanta demencia, y se volvió a dormir.
         Su aturdimiento cesó lentamente. La locura que reinaba a su alrededor se transformó en infinita paz. Mientras tanto, muchos celebraban bulliciosamente el cumpleaños de Jesús. Ignoraban que allí, solo, en la puerta de un shoping, Él acababa de morir...
              Una vez más.

Jorge Emilio Bossa

Tercer Premio Género Narrativa
Duodécimo Concurso Literario Internacional
“Alfonsina Storni”
S.A.D.E. Secc. Marcos Juárez (Cba.), Julio de 2012




miércoles, 9 de mayo de 2012

Nuestro firmamento

NUESTRO FIRMAMENTO

- A Silvana -

En nuestro firmamento, esposa mía,
el que hace algunos años compartimos,
no siempre brillan el sol o la luna
como en el tiempo en que nos conocimos.

En nuestro firmamento, esposa amada,
las nubes son visita muy frecuente;
a veces como blancas pinceladas,
otras como brochazos color peltre.

Pero nuestro firmamento, Silvana,
jamás podrá cubrirse por entero…
un astro rey bautizado Gianfranco
siempre iluminará nuestro sendero.

Jorge Emilio Bossa